Encuentros distintos con otras personas, o sobre el CS Spirit

Practicar Couchsurfing (abreviadamente “CS”) ha enriquecido algunos días de mi vida durante los dos últimos años y me ha beneficiado para siempre. Es una red social donde conocer gente de un modo singular: alojando a una persona o siendo alojado en una casa. Está orientado a los viajeros, se ha extendido por casi todo el mundo y es gratuito [1]. Después de dar vueltas a la idea, me animé a registrarme por dos motivos:

El primero para encontrar gente que se alineara con mi forma de pensar y coincidiera con mis inquietudes. Dicho de otro modo: gente con mi mismo rollo. Me apetecía mucho conocer viajeros que interaccionaran con los habitantes de las ciudades que visitaban; yo quería hacer lo mismo. 

El segundo para conocer personas distintas a mí, abrir la mente y experimentar la sensación de convivir uno o dos días con gente desconocida.

A día de hoy, he recibido unas 11 visitas y he sido huésped en dos ocasiones. Un número suficiente para sacar conclusiones y valorar la experiencia. Cuando uno hace de anfitrión, lo primero a lo que se enfrenta es a la sensación incómoda de alojar sin conocer a quién está a tu lado. No obstante, se olvida a medida que surge, de modo natural, un afecto mutuo. Aunque cada cuál es de su padre y de su madre, somos personas y si hacemos por conocernos y dejarnos conocer, siempre habrá acercamiento. Esta predisposición especial es lo que llamo el CS spirit [2]: la mentalidad propia de quienes tienen interés por compartir el tiempo mientras se produce el intercambio cultural, o el de vivencias personales, o el de las formas de vivir y de divertirse, o de las preocupaciones, etc. A raíz de esto, una de las ideas que más me gusta es proponer cocinar. No sólo porque a veces uno degusta una nueva receta, sino por la cantidad de conversaciones que surgen y acompañan al momento. 

En segundo lugar, desafortunadamente, los encuentros suelen ser bastante “volátiles”. Interacciones más o menos intensas pero pasajeras (lo que añade una pizca de romanticismo), y finalizan con un apretón de manos o abrazo en señal de gratitud. Aun así, merece la pena. Hospedar a alguien prácticamente desconocido en tu hogar y querer compartir tu tiempo, refuerza los valores de la tolerancia y generosidad. Además, es una experiencia muy grata ofrecer lo que tienes para complacerle, y desde el otro lado, saber apreciar aquello que te brindan, por supuesto también lo es.

[1] Para más información visita https://www.couchsurfing.com/

[2] Es un concepto muy popular en esta red, una especie de seña de identidad.

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